NO SON NUESTROS, SON DEL SEÑOR

Por: Marcos Alexander Guevara.

No cabe duda que, cuando trabajamos para El Señor con todo nuestro corazón y nos ponemos al servicio de los hermanos, trabajando con paciencia, denuedo y amor a la obra, sea cual sea el área donde El Señor nos tenga sirviendo, los hermanos que son bendecidos a través de nuestro trabajo, comienzan a desarrollar una admiración y un cariño especial por nosotros, esto hace que nos tengan en muy alta estima y que se formen un concepto más elevado de nosotros de lo que en verdad deberían tenernos.

En la mayoría de casos, movidos por esa admiración y de manera muy sincera, nos expresan su sentir sobre nosotros, comienzan a decirnos palabras muy bonitas como por ejemplo: "Qué bonito predica hermano", o “qué bonito canta”, “usted si es un siervo usado por Dios”, “Dios me ha bendecido mucho a través de usted”, “su ministerio es único”, “cuando usted ministra El Espíritu de Dios se derrama en gran manera”, “la gente lo prefiere a usted antes que a los demás”, “cuando usted pasa al púlpito nos gozamos”, “usted es humilde”, sabio, prudente y manso”, “es un excelente músico”, “como ustedes no toca nadie”, “va a llegar muy lejos en su ministerio ya que es de mucha bendición”, “Dios lo usa a usted de una manera especial”, “gracias a Dios por hombres como usted”, “que haríamos sin usted”, “nadie explica la Biblia como usted”, “usted es un ejemplo de vida”, “es usted un verdadero modelo a seguir”, y cosas por el estilo.

Apartando a los aduladores mentirosos, la mayoría de hermanos lo hacen con la mejor intención, con la idea que eso nos va a animar a continuar con nuestro trabajo; muchas veces eso así sucede, pero, eso se convierte en un arma de doble filo, ya que por naturaleza el hombre es orgulloso y vanaglorioso, y es fácil creerse todas estas cosas. Ha habido grandes ministerios de grandes hombres de Dios, que comenzaron humildes pero con el pasar de los años y lo próspero que E Señor los hizo, comenzaron a creerse estas cosas y pensar que algún tipo de mérito tenían, robándole a Dios un poco de Gloria. Pero esto no puede ser, la gloria debe ser completa y exclusivamente para Dios, Él no se conforma con menos del 100% de la gloria, nadie puede decir: “A Dios le doy el 99% de la gloria y solamente hay un 1% para mi”, ¡NOOOO! eso no puede ser posible; la gloria es absolutamente de Él, y no está en la disposición de compartirla con nadie.

El problema de esto, es que el día en que comencemos a quedarnos con un poquito de la gloria de Dios, ese mismo día ha comenzado nuestra caída, (Entendiendo la palabra gloria como adoración y exaltación), únicamente nos espera como destino final el fracaso.

En La Biblia podemos encontrar numerosos ejemplos de esto, pero como casos emblemáticos podemos mencionar al rey Saúl, que por tomarse atributos que no le correspondían fue desechado por Dios, Samuel le dijo: —Jehová ha rasgado hoy de tí el reino de Israel y lo ha dado a tu prójimo, que es mejor que tú, acabó muerto. También el ejemplo de Nabucodososor, cómo por darse la gloria a él y no a Dios, Daniel le dijo: Usted será apartado de la gente y habitará con los animales salvajes; comerá pasto como el ganado, y se empapará con el rocío del cielo. Siete años PASARÁN HASTA QUE SU MAJESTAD RECONOZCA QUE EL ALTÍSIMO ES EL SOBERANO de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien Él quiere. (Dan. 4:25) NVI.

Y por qué no el ejemplo de hérodes, que después de dar un discurso y al oír que la gente gritó: “Voz de dios y no de hombre”, él se quedó con esa gloria, por eso, al instante un ángel del Señor lo hirió, PORQUE NO LE HABÍA DADO LA GLORIA A DIOS; y Herodes murió comido de gusanos.

Estos ejemplos son contundentes, por esa razón hermanos, sea cual sea nuestra área de trabajo en la obra, no permitamos que se nos suba a la cabeza la mas mínima idea de que nosotros somos algo, pues cuando hacemos algo y lo hacemos bien, lo único que podemos decir es: "Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber." (Lucas 17:10)NVI. He inmediatamente darle la gloria a Dios.

Por esa razón amados, cuando se acerquen hermanos de buen corazón diciendo palabras de elogios hacia nosotros, no les reproche, escúchelos, pero no meta esas palabras en su corazón, solo acumúlelas, guárdelas en su mente durante el día y a la menor oportunidad que tenga de estar asolas con Dios, quizás al final del día, en su recámara de oración, platique con El Señor y dígale: “SEÑOR, A QUí TE MANDARON A DECIR UN MONTóN DE COSAS, SóLO SOY TU MENSAJERO, LES DIGO LO QUE TU QUIERES QUE LES DIGA, Y TE DIGO A TI LO QUE ELLOS ME DICEN, ASI QUE FIEL A MI ENCOMIENDA TE TRAIGO UNA BUENA CANTIDAD DE ELOGIOS Y GLORIAS DE PARTE DE TUS HIJOS”, Y ACONTINUACION, BAÑE AL SEÑOR DE GLORIA, INÚNDELO DE ALABANZA, EMPÁPELO DE ADORACIÓN, DESBORDECE DE ELOGIOS, PORQUE ÉL SÍ SE LA MERECE. A EL SEA LA GLORIA DESDE AHORA Y PARA SIEMPRE.


Qué El Señor le bendiga.