¡¡¡BASTA DE MENOSPRECIAR A LOS JOVENES!!!

Por: Marcos Alexander Guevara

En muchas iglesias el menosprecio que los adultos hacen hacia los jóvenes es grande, creen que no son capaces de desempeñar ningún privilegio importante dentro de la iglesia, dicen: “No, es que los jóvenes son inconstantes, inexpertos, alocados, fluctuantes, no se les puede confiar nada, son mundanos, picaros, inmaduros, etc, etc.” Pero eso es muy discutible, los jóvenes no están en privilegios importantes no porque sean incapaces, sino más bien porque no se les ha dado la confianza y la oportunidad que necesitan. El día que comencemos a darles espacios para que se desenvuelvan, nos vamos a sorprender con el potencial que ellos tienen.

El problema es que, lastimosamente, los lideres de las iglesias se han quedado solo criticando y condenando las faltas que los jóvenes cometen, sin darles la mano para hacer de ellos jóvenes y señoritas con convicciones sólidos en la palabra, capaces de impulsar la obra de Dios. Si alguien quiere buscarles errores a los jóvenes sin dudas los encontraran y por montones, todos los jóvenes cometen errores, hagamos memorias todos los adultos, cuando éramos jóvenes también cometimos nuestros propios errores, eso es porque nadie nace aprendido. En otras palabras no se trata de que si los jóvenes son inmaduros o no, si son inconstantes o no, si son inexpertos o no, si están llenos de errores o no, puede que la respuesta sea si, son todo eso, pero la pregunta mas importante que debemos responder todos los que estamos al frente de las iglesias es, ¿Que hemos hecho para formar a los jóvenes? ¿Les hemos tendido nuestra mano amiga?, ¿En ves de condenarlos cuando se equivocan, los hemos restaurado en amor como dice la palabra de Dios que debemos hacer?, ¿Invertimos tiempo en escucharlos, para saber que les preocupa, cuales son sus problemas?, ¿Nos reunimos con ellos periódicamente para instruirlos y aconsejarlos? Si la respuesta es NO, ¿Con que cara decimos que no sirven, si no hemos invertido tiempo en ellos? Un jardín puede ser fructífero pero si no invertimos tiempo en cuidarlo, no tendremos los mejores resultados, igual es con los jóvenes, si queremos tener en nuestras iglesias una juventud, madura, sabia, inteligente, honesta, fiel, poderosa en las escrituras, capaz de desempeñar cualquier privilegio, llena de valores morales y espirituales, debemos cultivarlos, debemos invertir todo nuestro tiempo y esfuerzo, para hacer de ellos todo eso.
Después de todo serán la nueva generación de creyentes que nos relevaran en nuestras iglesias, invertir en los jóvenes no es un desperdicio es una responsabilidad para preservar la herencia que hemos recibido.

¡¡¡Basta de menospreciar a los jóvenes!!! Ayudémosles en sus debilidades y veremos que son capaces de cosas extraordinarias, solamente encarguémonos de enseñarles a amar a Dios sobre todas las cosas, y en las manos de Dios serán instrumentos útiles, que con brazo fuerte impulsarán el evangelio de Cristo.

Olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud.
Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno.
(Salmos 25:7) NVI



Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.
(1° Timoteo 4:12) NVI